ADN Galería expande su idea de espacio abierto a una nave industrial para proyectos curatoriales y un programa de residencias para artistas.
Un espacio comercial con una nave de proyectos abierta a comisarios y un programa de residencias para artistas. Es el nuevo modelo que promueve ADN Galería. Pocas convenciones circulan por este espacio ubicado en el barrio del Eixample de Barcelona. Abrió en 2003 justo en un momento de renovación de galerías en la ciudad, cuando también se pusieron en marcha ProjecteSD o NoguerasBlanchard. Colectividad y complicidad eran dos palabras que tenían tanta entidad como sus entonces tres directores, Miguel Ángel Sánchez entre ellos, que desde hace tiempo dirige solo este espacio. También un trío de intereses que ha marcado siempre la línea de la galería: arte, política y sociedad.
Desde el inicio fue patente el compromiso generacional y el interés por trabajar en colaboración con otros agentes del arte, de ahí que ADN Galería siempre haya sido un lugar abierto, didáctico, inclusivo, contaminante. Donde más se percibe es en ADN Platform, una gran nave en Sant Cugat del Vallés que funciona desde 2013 como espacio dependiente de la galería, con más de 400 metros cuadrados, abierto a proyectos para comisarios. La cuota, 5.000 euros, supera y mucho al que ofrecen centros de arte y museos en España, aunque el entusiasmo que ha conseguido en todo este tiempo es igual de generoso. En la memoria quedan estupendas exposiciones como La ciudad rebelde, de Miguel Amado, La balada de Wendy, de David G. Torres, o No song to sing, propuesta de David Armengol y Martí Manen. Y seguro que lo es la próxima, de Guillaume Bijl a cargo del comisario Frederic Montornés, que inaugura el próximo sábado 25.
Los proyectos que promueve este espacio se entrelazan, como la propia estructura del ADN que adoptaron como nombre. Está Think Tank, paneles de discusión al hilo de exposiciones, y un programa de residencias que ha llevado a Barcelona a Adrian Melis, Salim Bayri o a Iratxe Jaio & Klaas van Gorkum. Un proyecto “amable”, dice Miguel Ángel, “que desmitifique ciertos cripticismos que sobrevuelan el arte contemporáneo. El ADN de ADN es el entusiasmo de su equipo, la conversación abierta en cuanto opiniones sobre las líneas de fuerza del programa, la apuesta clara por las prácticas contextuales, y la voluntad de generar un relato a través de las exposiciones, el programa público y los proyectos curatoriales. Dice Miguel Ángel Sánchez que más que un cambio de ideas, lo que ha hecho crecer la galería es el poso que han generado la teoría y la confianza que ha dejado la práctica. No es mal dúo si además viene acompañado de ganas de mejorarse. Aquí la cosa funciona al revés que muchas otras galerías. Hay un link con todas las páginas web de sus artistas (la cosa suele ser la contraria) y siguen fieles a los artistas por los que apostaron en un inicio. El último fichaje es Jordi Colomer, el encargado de abrir esta temporada.
¿Está claro lo que es una galería de arte? ¿Las galerías son lo que deberían ser?
Resulta difícil encontrar el mínimo común denominador que destile lo qué es o debería ser una galería. Para nosotros una galería es un medio de comunicación. Tendemos cada vez más a tener claro que la actividad comercial es sencillamente nuestra fuente de financiación y no el core business de ADN. Estamos intentando, y creo que consiguiendo, que se nos perciba como centro de arte; con esa divisa es con la que programamos en los dos espacios expositivos, el comercial en Barcelona y nuestro espacio para proyectos en Sant Cugat. Una galería es también una psicografía que se traduce en proyectos y exposiciones, en debates y presentaciones, en la escritura que emana de lo anterior y en el relato que se genera. Creo que si hay relato, hay galería.
¿Hay mercado para tantas galerías?
Me atrevería a decir que más que mercado, hay mercados. El objetivo es encontrar los nichos de trabajo en los que el programa encuentre ecos. La cultura del cambio febril en la que estamos inmersos nos obliga a identificar constantemente la tectónica que permita generar recursos. Es un trabajo ingente y realmente agotador pues no hay tregua. Los ciclos de vida de todo se han comprimido y, por desgracia, presiento que los ciclos de vida de mi generación de galerías será menor que el de las galerías más emblemáticas que nos han precedido, y tal vez sea más complicado para los proyectos más noveles, pues estarán obligados a reinventarse y buscar ventanas de oportunidad aún menos duraderas.
El hecho de que el mapa de galerías haya cambiado tanto en los últimos años, huyendo del centro, ¿es algo bueno o malo?
Aún es pronto para poder hacer un diagnóstico válido. ADN se encuentra muy cómoda gestionando espacios en el centro y en la periferia. No se trata tanto de una huida sino de desplazamientos. Cierto es que el centro de Barcelona ha sufrido una revalorización inmobiliaria muy fuerte y las galerías se resienten al asumir alquileres altos. Ahora bien, pienso que el cambio de contexto desde el que trabajas sin lugar a dudas influye en la cadena de valor que generas y trabajar fuera de las dinámicas del centro permite otro tipo de temporalidades, tanto en la programación como en las relaciones humanas. No hubiese desplazado actividad a Sant Cugat si el proyecto se basase en una rotación alta de visita.
En Sant Cugat lanzaste el proyecto ADN Platform. ¿Es una alternativa a la galería?
ADN Platform se gesta en tiempos de repliegue de las políticas culturales y en el austericidio cultural. Por aquel entonces, entre 2011 y 2012, empezaba a necesitar un cambio de dinámica y salir de la tiranía de las exposiciones de seis semanas. Además, pensé que parte de los recursos que generaba el programa deberían revertir de forma directa en el contexto de la ciudad. Platform es un dispositivo para comisarios. Los recursos no son extraordinarios pero he comprobado que los buenos comisarios son capaces de concebir proyectos que valen mucho más de lo que han costado. Además, a nivel personal es además un lujo poder establecer diálogos con comisarios, unos jóvenes y otros ya con mucho recorrido, aprender en la conceptualización de los proyectos y poder disfrutar de una exposición durante cuatro meses. Sin lugar a dudas, ha sido una de las mejores decisiones que he tomado en estos ya casi quince años de duro trabajo.
¿Cómo se complementan ambos programas?
Procuro que de la colisión y diálogo entre los dos programas nos enriquezcamos todos. Ha funcionado como un revulsivo para los artistas para los que trabajo y al mismo tiempo ha estimulado la inclusión de artistas a los que de otra forma no tendría acceso.
También existe un ADN Factory. ¿Qué es exactamente?
Es un espacio adyacente a Platform y que utilizamos como recurso interno para logística y producción. De momento, hemos producido piezas importantes sobre todo de Mounir Fatmi y allí se está desarrollando la producción de todo un corpus de piezas realizadas con palets del artista colombiano Marcos Ávila Forero. La producción siempre ha sido un elemento significativo en mi práctica como gestor. Además hemos utilizado las instalaciones de Platform como escenario para producir trabajos videográficos como Línea de Producción por Excedente de Adrian Melis. Sin duda pretendemos aumentar nuestra apuesta por la producción a corto plazo. No puedo aún desvelar detalles pero gracias a disponer de las instalaciones de Platform y Factory y de nuestra apuesta por la producción estamos en vías de cerrar una colaboración con una artista que nos interesa muchísimo y que en un principio nos articuló que no estaba interesada en trabajar con una galería en los mismos términos habituales. Es decir, pienso que el papel de la galería cada día pasa más por ampliar el catálogo de servicios para los artistas para los que trabaja o desea trabajar.
Pulula en el aire la idea de abrir una sede en Bruselas. ¿En qué fase está eso?
Lo tuve claro durante un tiempo e incluso busqué espacio. Al final y tras cerciorarme que la parte más importante de mi cifra de negocio la realizaba con clientes belgas, tras presencia en la feria ArtBrussels desde el 2007, entendí que no resultaba imprescindible para crecer. Pero sigue en mi cabeza y, de hecho, el plan de negoció que desarrollé durante mis estudios de gestión y administración de empresas en ESADE el año pasado fue precisamente establecer una delegación en Bruselas. Aún no sé cuándo ni dónde, pero ADN sí crecerá en otras latitudes.
ADN trabaja poniendo mucho el foco en el contexto internacional. ¿Cómo se ve fuera lo que se hace aquí?
Cierto es que el contexto español del arte contemporáneo adolece del reconocimiento y visibilidad que todos desearíamos y que, de hecho, merece. Pero no es menos cierto que los profesionales internacionales conocen el trabajo que emana de nuestros programas, no son pocas las instituciones con reconocido prestigio internacional, ARCO sigue desempeñando un papel significativo; y los gallery weekends de Barcelona, Madrid y Valencia son cada vez más visitados por agentes internacionales. Por otro lado, cada vez son más los artistas jóvenes y en consolidados que desarrollan proyectos en otros contextos y algunos incluso trabajan desde otros países. Podría poner como ejemplo, a Núria Güell que desarrolla mucho más proyectos fuera que en España. Por último, no podemos olvidar que muchas galerías han apostado por la internacionalización utilizando los canales de las ferias y este hecho también ayuda y mucho a la proyección de los artistas. Yo personalmente puedo afirmar con seguridad que se nos conoce considerablemente bien en Francia, Bélgica e Italia.
Salgamos un momento de la galería para analizar otros frentes. ¿Hay en Barcelona espacios para los artistas de media carrera?
Llevo algún tiempo convencido que la compartimentación de la carrera artística en emergencia, media carrera y consolidación no es operativa. En Barcelona efectivamente hay varias plataformas para los artistas jóvenes y menos para artistas digamos que están en los 40 años. Ahora bien, las instituciones los programan con regularidad y estoy convencido que la intergeneracionalidad es mucho más productiva para todos.
¿Qué papel crees que juega el actual Macba en la ciudad?
El Macba estuvo durante bastante tiempo extremadamente focalizado en su agenda intelectual y en un riquísimo programa público. Fueron tiempos de construcción de discurso propio y se hizo bien. La dirección anterior a la actual en los últimos años sí mostró interés por los programas de las galerías y por lo que se estaba cociendo en la ciudad. Entiendo que es más fácil adoptar esa actitud una vez los cimientos eran sólidos. La dirección actual, con Ferran Baremblit a la cabeza, tiene el gran reto de definir el futuro a corto, medio y largo plazo. El Macba además, tras todos estos años, tiene una colección muy importante y puede resultar estimulante activarla en nuestro contexto. La ventaja que tiene Ferran Baremblit es que conoce la ciudad a la perfección y estoy convencido de que se va a apostar por la colaboración de todos los agentes. Pero sí quiero apuntar que lo yo espero del MACBA y del resto de instituciones son programaciones expositivas y programas públicos pertinentes y basados en la calidad y que lo local desempeñe un papel equilibrado en esta historia. Durante mucho tiempo nos quejamos de que el Macba vivía de espaldas a la ciudad y creo que ahora no es el caso.
¿Cuánto peso político hay tras las instituciones? ¿Con qué grado de libertad se trabaja?
Me cuesta muchísimo contestar esta pregunta pues yo trabajo desde la autonomía política y mi libertad sólo viene condicionada por la cantidad de recursos que sea capaz de generar para alimentar todos los proyectos en los que estamos inmersos. Ahora bien, a pocos se les escapa que en el contexto español las instituciones y los poderes políticos están entrelazados. Se trataría en cualquier caso de brindar confianza a los líderes y sus equipos para tejer espacios de consenso que permitan la fricción sin injerencia alguna, pero no podemos olvidar que en una sociedad donde todo es representación resulta prácticamente imposible esperar neutralidad desde los poderes públicos.