Para su primera exhibición en México, Abdelkader Benchamma presenta Ni el cielo ni la tierra (2023), una instalación concebida especialmente para LagoAlgo. Sumergiendo al espectador en el vocabulario del artista francés, esta obra inmersiva muestra la historia a través de las capas de mitos y narrativas que componen el mundo.
A manera de evolución de su dibujo mural epónimo, presentado en la Bienal de Sharjah en 2017, esta nueva instalación Ni el cielo ni la tierra sus dibujos Étoiles Blanches Pierre Noires (2022) como punto de partida.
Presentados como parte de un conjunto mayor, estas obras gráficas actúan como el principio de una historia que da pie a la creación de una instalación desbordante. Sobrepasando sus límites en un empuje omnidireccional, los dibujos se extienden y se expanden en el espacio, ocupándolo físicamente y abarcando todas las paredes. De este modo, el artista crea una obra original que se despliega por toda la superficie, presentando una entrada a paisajes inmemoriales similares a las cuevas en las que nacieron las mitologías del mundo.
La construcción se basa en el principio de la sedimentación, donde distintas capas de historia, mitos y narrativas se unen para resurgir como figuras inmutables, de forma similar a como lo hacen los fósiles. A pesar de su ligereza, estas formas que constituyen el núcleo de la práctica de Abdelkader Benchamma, recuerdan al mundo mineral. Crean un peculiar equilibrio entre la apariencia de estratos geológicos y la sensación de ser arrastrado por un tornado constante. Este oxímoron en su práctica genera una inquietante comodidad para los espectadores, cuyos ojos pierden todos los puntos de referencia en una búsqueda constante por la estabilidad. La noción de tiempo e historia es clave para entender este recorrido por la psique humana a través de una gruta metafórica.
La obra de Abdelkader Benchamma presenta además otro aspecto, una visión global sobre lo que ha sido y lo que será. Sin ser portadora de un mensaje ecológico directo, su obra puede percibirse como un eco lejano de las catástrofes naturales del mañana, ya que sus creaciones tienen mucho en común con los paisajes devastados tras una catástrofe natural. Todos los referentes se pierden ante esta ola desestabilizadora, un sentimiento traducido por el uso del estropajo y la tinta sobre el carbón. Las líneas de dibujo de Abdelkader Benchama precipitan al espectador con una aparente gentileza hacia un recorrido de vuelta a la caverna original.
Por Jérôme Sans
Abdelkader Benchamma
Abdelkader Benchamma (Francia, 1975) es conocido por sus instalaciones de pintura mural en las que la materia se escapa a través de crecimientos orgánicos más allá de sus propias dimensiones, invadiendo todo el espacio, transformándolo en una cueva metafórica. Su obra se alimenta de la literatura, la filosofía, la astrofísica y las reflexiones esotéricas, dando lugar a entornos y escenarios visuales que cuestionan nuestras relaciones con la realidad, sondeando los límites con lo invisible. El universo onírico en blanco y negro del artista francés sorprende tanto por la fuerza que exalta como por los detalles ocultos en el torbellino de sus formas abstractas. Cada sutileza es concienzudamente pensada y nada se pierde en la fuerza de su trazo. Vive y trabaja entre París y Montpellier.