Avelino Sala ha sido descrito como “políticamente resistente” y “socialmente comprometido” un artista que “critica el poder y control del Estado”. Sin embargo, a diferencia de otros artistas políticos, él no cree que el arte pueda cambiar radicalmente el mundo, sino más bien ayudarnos a cuestionar y comprender las estructuras de poder que condicionan nuestras vidas. Estas son nuestras mayores emergencias, es decir, aquellas que están ausentes en nuestro dilema espiritual. Como veremos, la política internacional siempre ha sido central para los artistas españoles, cuyas instalaciones, esculturas y collages nos rescatan dentro de las mayores emergencias políticas, corporativas y estatales. Pero ¿cuáles son estas grandes emergencias y por qué nos rescata “en” ellas? ¿No deberíamos más bien ser rescatados “de” las emergencias?
Vivimos en una era en la que las mayores emergencias son aquellas que ignoramos, pasamos por alto o desestimamos, como el cambio climático, la vigilancia global y los estancamientos políticos y, por lo tanto, son las más urgentes. El “Estado de emergencia” del siglo XX se ha transformado en una condición de “emergencias ausentes” en el siglo XXI. Esto no significa, por ejemplo, que el Coronavirus, la guerra en Ucrania o la reciente interrupción de internet que hizo que millones de computadoras fallaran repetidamente, causando problemas a aerolíneas, bancos, hospitales y gobiernos a nivel global, no fueran emergencias fundamentales que no debimos haber enfrentado a todos los niveles.
El problema es que estas emergencias grandes o ausentes no hace mucho tiempo lo eran. Mientras que la Organización Mundial de la Salud, asó como científicos como David Quammen, nos advirtieron durante años que la amenaza de un virus pandémico era inminente; John Mearsheimer, Pepe Escobar y muchos otros científicos políticos y periodistas también previeron la invasión si la OTAN continuaba presionando a Rusia; y los expertos en ciberseguridad nos advierten constantemente que la peor interrupción de internet está a la vuelta de las esquina si no construimos una infraestructura más resiliente. Cuanto más ausente está una emergencia de nuestro dilema espiritual, mayor es. Pero ¿no implica esta grandeza también un nivel más alto de salvación si comenzamos a enfrentarlas?
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