El múltiple y su réplica: Antonio Ortega
ADN Galeria presenta una nueva exposición individual del artista Antonio Ortega que cuenta con dos instalaciones en diferentes espacios de la galería.
Un día de 1991 Antonio Ortega paseaba por los almacenes Le Samaritane, en París. Allí, Ortega, en aquel momento estudiante erasmus, pasó por el apartado de bricolaje y compró un par de varillas de hierro de 1m. De vuelta en el estudio, el artista pasó 10min. doblando las varillas, para posteriormente volver a enderezarlas, acción que le llevó 100min. A la obra resultante de esta acción la tituló Varillas de hierro de 1m. doblada durante 10 min. y enderezada durante 100 min.
Más de 30 años después, Antonio Ortega toma la sala superior de ADN Galeria para presentar una instalación que recupera la idea de aquella obra inicial y que ahora incluye la acción de doblar y enderezar 100 varillas de hierro.
Usar valores numéricos para pautar y nombrar la acción y obra artística se presenta así como un homenaje a la razón, pero también un reconocimiento de lo absurdo que hay en el esfuerzo humano al pretender regular toda experiencia a partir de unos parámetros estables.
Por otra parte, la exposición incluye la instalación Mà parallamps (Mano pararrayos, 2020), con la que Ortega ocupa el tejado de la galería, que se abre así al público por primera vez. Esta obra escultórica es una réplica del pararrayos instalado originalmente sobre el centro de la cúpula que corona el Museu Nacional d’Art de Catalunya (MNAC). Culminando dicho pararrayos se sitúa una mano de hierro forjado que reproduce la mano del Cristo en Majestad de Sant Climent de Taüll, obra maestra del románico y de la colección del Museo. Las formas inscritas en la mano son propias de los acabados típicos de la forja tradicional catalana.
Estos elementos hacen destacar el pararrayos de Ortega de entre los demás que culminan el Palacio Nacional, al que al mismo tiempo utiliza como soporte: la mano pararrayos, por el hecho de ocupar uno de los puntos de mayor altura del edificio, convierte al propio Museo en su peana.
Esta segunda edición de la obra, situada ahora en un espacio galerístico propone un nuevo circuito artístico de la ciudad a partir de una línea imaginaría que enlaza la galería con el museo.