Antiguo: Carlos Pazos + ADN Collection: Erik Dietman · Robert Filliou · Hessie · Jean Tinguely · Endré Tot

Resumen

En Antiguo se dan encuentro un grupo de obras de los primeros años como artista de Carlos Pazos con una selección de obras de la colección ADN.

 

La inauguración tendrá lugar el próximo 11 de febrero, a partir de las 12:00, en ADN Galeria.

En Antiguo se dan encuentro un grupo de obras de los primeros años como artista de Carlos Pazos y una selección de obras de la colección ADN de artistas como Hessie, Erik Dietman, Robert Filliou, Endré Tot y Jean Tinguely. Esta reunión demuestra la proximidad en el lenguaje y en los fonemas que dan lugar a obras con un discurso y una sintaxis propios. Se trata pues de reconocer influencias, respetos y admiraciones, en la configuración inicial de la obra de Pazos, que siempre ha sido reacia a ser encorsetada en filiaciones manifiestas y etiquetas taxonómicas.

 

Cuando el joven Carlos Pazos comenzó su carrera como artista vivía en Barcelona, tenía 19 años y había abandonado sus estudios de arquitectura. Eran finales de los años sesenta y principios de los setenta, momento en que en España poco se sabía de las corrientes de neo vanguardia que protagonizaban el arte contemporáneo internacional.

 

La escasa circulación de información que imponía la dictadura franquista motivó que muchos, como Pazos, aprovecharan la proximidad con Francia para empaparse de todo lo que estaba pasando fuera. Allí el artista conseguía, a veces, revistas como L'Art Vivant de Catherinne Millet o Artitudes. Precisamente en esta última vio el trabajo de Gina Pane con autolesiones y cuchillas de afeitar, elemento que en Antiguo protagonizan piezas en papel como S.T. Cuchilla y Papel Rosa (1971) o S.T. Cuchilla y Pelos (1972).

 

Otra fuente de conocimiento inicial sobre lo que estaba pasando llega a través de la revista Serra d'Or y los artículos de Alexandre Cirici Pellicer, y de sus profesores en EINA: Albert Ràfols Casamada, Antoni Llena y el mismo Alexandre Cirici, que desde una perspectiva no historicista y enfocada a la práctica artística, le aportaron referencias de las vanguardias y del arte pop, povera y conceptual. De este momento Pazos recuerda especialmente el interés que despertó en él un catálogo de Mail Art en que se usaban tampones: recurso que pauta las nueve piezas de la serie Láminas para Iluminar presentes en esta muestra.

 

Contemplar todas estas posibilidades que se abrían ante él, recuperando asimismo memorias de infancia, llevó a Pazos a trabajar con letras de molde y tampones con las que jugaba a ser tipógrafo. Así, y añadiendo un deliberado amateurismo pictórico, consiguió un grafismo suelto similar al de las populares obras elaboradas con tampón de Endré Tot y a los dibujos celebrativos, y críticos con el informalismo gestual, de Jean Tinguely y sus méta-matics. De hecho, Carlos Pazos tuvo la suerte de presenciar una de las primeras máquinas del Suizo en una de sus múltiples escapadas a París. Al mismo tiempo, Pazos comienza otra vía inicial de creación trabajando con objetos encontrados. Aparecen así sus conocidos Tesoros y Relicarios de pequeño formato, danto lugar a una práctica comparable a las Hessie, Erik Dietman y Robert Filliou.

 

Esta producción inicial se vio interrumpida en 1974, cuando Pazos abandona temporalmente el trabajo en el taller para gestar la aparición de su personaje "estrella": una celebrity que roza tangencialmente la idea performativa de artistas como Chris Burden, Vito Acconchi, Denis Openheim y Laurie Anderson, que protagonizó diversas acciones entre 1975 y 1981, reapareció en los 2000 con la serie Robados, y que volverá a aparecer próximamente en la nueva serie fotográfica Quise hacer de mí una estrella.


Ya entrados en los ochenta Pazos vuelve al trabajo con objetos encontrados, generando en un primer momento contenciones íntimas formalizadas como collages sobre papel, de los que presentamos una selección de Livre de Brouillon. Estas obras de pequeño formato, que funcionan a modo de souvenirs, pasan posteriormente a expandirse de forma ambiciosa hasta crear atmosferas climáticas que ocupan salas enteras.

 

Este recorrido acaba así dando por cerrado un ciclo en el que Carlos Pazos absorbe las prácticas de esos "antiguos" para sublimarlos a todos con su "estrella", y cuando el personaje desaparece de escena el artista vuelve a las estrategias iniciales, pero ya con su propia mitología poética personal: la propia de un artista que no se quiere teórico ni nostálgico, pero sí un melancólico atemporal.

 

 

 

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