Una mujer en su plenitud

Sema D'Acosta
Enero 24, 2025
María María Atcha-Kutscher, It took years to get a head full of silver strands, 2024
María María Atcha-Kutscher, It took years to get a head full of silver strands, 2024

El ser humano es de los pocos mamíferos que tiene menopausia, además de algunas ballenas y un tipo concreto de chimpancés. Parece lógico deducir que esto sucede en especies que se caracterizan por una esperanza de vida prolongada en las que dilatar la duración reproductiva de las hembras adultas puede entrar en competencia con las más jóvenes. Sea por lo que sea, en nuestra sociedad ha ocurrido habitualmente que cuando las mujeres dejan de tener la menstruación, cuando ya no puede engendrar hijos, entran en un territorio de niebla donde el entorno cada vez las considera menos, en todos los sentidos. Se hacen transparentes, extrañamente, en lo personal y lo laboral. En el mundo de hoy, esa invisibilidad es un tema del que no se habla con la suficiente fuerza, al menos hasta hace unas décadas, cuando especialistas como Anna Freixas han empezado a difundir sobre ello con naturalidad. Precisamente las ultimas series de María María Acha-Kutscher (Lima, Perú, 1968) ponen el foco en esta situación vinculada al envejecimiento femenino, un asunto que sirve de telón de fondo para sus proyectos Recuerdo las noches cuando solía dormir (2023), En el fondo del espejo me acecha la vejez (2024), Toma años llenar una cabeza de hebras plateadas (2024)[1].

 

En cuestiones feministas, por suerte, hemos avanzado bastante en un país como España durante el siglo XXI. Se ha producido un cambio real en la sensibilidad de la gente y las instituciones occidentales, la mayoría de la población ha entendido que era necesario trabajar en una misma dirección, todas y todos en unidad. Aunque todavía no exista una igualdad verdadera, se ha hecho mucho por ello. Lo interesante es que una vez que esa transformación se ha iniciado, es pertinente ir afinando los motivos donde poner atención para que no se disperse la energía ni parezca que se ha conseguido algo o hemos llegado a la meta, porque el feminismo, al igual que las libertades o los derechos, son conquistas sociales que hay que apuntalar todos los días. Si nos descuidamos y bajamos la guardia, retrocedemos. Aún más ahora, cuando fuerzas tecnocapitalistas encabezadas por Elon Musk tras la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, empiezan a debilitar pilares democráticos que parecían sólidos.

 

Dirigir la atención a un debate sobre el edadismo tal como hace Acha-Kutscher en estos trabajos sobre la mujer actual en su madurez (ojo, es tanto el estigma que lo habitual es que muchas profesionales a partir de ciertos años prefieren no decir su fecha de nacimiento), supone plantear nuevas demandas que se tratan poco o sotto voce. La actitud de preguntar supone la aparición de la conciencia, afirmaba María Zambrano, por eso es tan importante sacar a la luz estas preocupaciones que conllevan otros asuntos paralelos como la sublimación de la apariencia, la exigencia de una presencia impoluta o la consideración de los roles femeninos al superar una edad. Está ocurriendo ahora que activistas y pensadoras de cincuenta y sesenta años de varios continentes están reflexionando sobre esta materia, hasta hace poco un contenido a evitar porque nadie sabía bien cómo abordarlo. Para las mujeres que han tenido hijos, este periodo sería el mejor porque ya se liberan de esa responsabilidad y pueden desarrollarse más pensado en ellas, sobre todo en lo intelectual. Con los años se tiene más experiencia porque se ha acumulado bagaje, fundamental para sacar partido a la sabiduría adquirida. El atractivo de una mujer en su plenitud va más allá de su imagen, aunque la publicidad, los medios y las redes sociales se empeñen continuamente en exaltar ese desiderátum como si fuese un paradigma válido.

 

Debemos revisar el canon iconográfico de la mujer de hoy, estar atentos a lo que subyace, están aflorando modos de tratar lo femenino desde una visión menos sexualizada; la belleza normativa ha evolucionado y se ha vuelto plural, no debería focalizar tanto en el aspecto físico ni en la exaltación de la juventud, redundar en el estereotipo nos lleva a una involución. Hay que detenerse a recapacitar sobre lo que vemos, llegar hasta el fondo y trascender la superficie. Lo atractivo de verdad no tiene edad, se relaciona con alguien que tiene personalidad, carácter y seguridad para actuar sin máscaras siendo como es. Ampliar el espectro y relativizar la belleza supone dejar atrás una postura del pasado donde la mujer ha sido cosificada desde el deseo masculino. La fotografía del siglo XXI ya no depende del posado ni de la cámara, es una herramienta primordial para explorar alternativas de pensamiento visual. Las tiktokers e influencers de éxito serán sustituidas en breve por sucedáneos mejorados creados por IA. Son un cliché tan previsible, que es sencillísimo de copiar, representan justo el camino contrario al que debemos aspirar como sociedad, la naturalidad y la autenticidad no se pueden imitar.

 

La vejez se percibe como algo lejano de personas mayores, no se sabe cuándo comienza esa etapa, que parece que no nos incumbe ni nos llegará nunca, de ahí la necesidad de indagar desde el arte contemporáneo en argumentos como éste centrados en todo aquello que somos y no advertimos. Curiosamente, es un tema principal de la vida que da la sensación de que va dirigido siempre a otros. Este prontuario de proyectos de María María Acha-Kutscher ayuda a crear un nuevo imaginario sobre el paso del tiempo en torno a la condición femenina. Lo hace con sutileza e inteligencia, sugiriendo sin levantar la voz ni imponer nada. Sobre todo, atrapando la mirada para hacernos pensar por los ojos.



[1] Estas series de María María Acha-Kutscher parten de una larga investigación que entrecruza lo visual con lo literario-filosófico al inspirarse en escritos de autoras como Simone de Beauvoir, Susan Sontag o Sylvia Plath, entre otras.

 

 

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Sema D’Acosta (Sevilla, 1975)

Licenciado en Periodismo e Historia del Arte por la Universidad de Sevilla.

Comisario independiente, crítico de arte, docente e investigador. Interesado en los distintos lenguajes de las artes visuales de hoy, especialmente fotografía y pintura. 

Desde 2005, desarrolla proyectos de arte contemporáneo. Ha trabajado con algunos de los autores más relevantes de nuestro contexto, entre otros Joan Fontcuberta, Luis Gordillo, Pierre Gonnord, José Manuel Ballester, Bleda y Rosa, Miki Leal o Miguel Trillo.

 

Ha sido comisario de PhotoEspaña para Santander y Cantabria (2023), además de comisariar la sección TALENT LATENT del Festival Internacional de Fotografía SCAN de Tarragona (2018, 2022) o la IX edición del Premio Bienal Internacional de Fotografía Contemporánea Pilar Citoler (2017-18). Ha formado parte del Consejo de Críticos de Artes Visuales de España (2009-2017).

Actualmente, comisario del Premio ANKARIA PHOTO sobre Fotografía del siglo XXI y comisario del Full Contact en el Festival Internacional de Fotografia Scan Tarragona, coordinador del Premio IMAGINERA de Fotografía de Andalucía y comisario del programa DIÁLOGOS PÉREZ SIQUIER.

Director y guionista del documental LUIS GORDILLO. MANUAL DE INSTRUCCIONES (2025).