Fucking Fabulous: Everything, Everywhere, All at Once (parts 3-4)

Kendell Geers
Mayo 17, 2023
Kendell Geers. ADN Blog
Kendell Geers, The Atrocity Exhibition (Human Fucking Nature) 4787, 2022

 

Parte 3

 

En la década que siguió a la crisis financiera de 2008, surgió una generación de artistas para quienes estudiar un MBA era tan importante, si no más importante, que estudiar historia del arte. El artista Walter Robinson describió aquellos trabajos como Formalismo Zombi: "Formalismo porque este arte involucra un método sencillo, reductivo y esencialista para hacer pintura, y Zombi porque revive la estética en desuso de Clement Greenberg […] Con su manufactura simple y directa, estas obras de arte son elegantes y elementales, y se puede decir que dicen algo básico sobre lo que es la pintura—sobre su ontología, si se piensa en la abstracción como una empresa filosófica. Como una figura retórica o, quizás, como un chiste, este tipo de pintura es fácil de entender, pero sugiere múltiples significados. Finalmente, todas estas imágenes tienen ciertas cualidades—extrañeza elegante, un drama misterioso, una calma meditativa—que funcionan bien en el ámbito del diseño de interiores de alta gama hipercontemporáneo".[1]

 

Una década después, la marca se extendió desde el Formalismo Zombi hasta la Figuración Zombi y continuó mutando hacia el Conceptualismo Zombi, y a cualquier otra cosa con la que el mercado pudiera especular[2]. A medida que el virus del mercado arraigaba, el mundo del arte fue golpeado por un mortal Síndrome de Estocolmo enamorándose de sus secuestradores: los fondos de inversión. Los rehenes cambiaron de chaqueta y secuestraron su propia imaginación para exigir un precio de rescate aún mejor para su propia libertad fiscal, purgando todo de la obra de arte excepto la etiqueta con el precio. La obra de arte vaciada de cualquier otra referencia o forma de significación se ha convertido en el activo y token financiero perfecto. La buhardilla y espacio okupado del artista fueron reemplazados por ejércitos de asistentes que fabricaban tokens para exclusivas celdas de hiperlujo despojadas de cualquier emoción y consecuencia. Se les vendó los ojos a todos, de manera literal, y la estupidez se vendió como inteligencia oculta solo porque era mas caro que un Ferrari rojo. El arte se convirtió en una profesión que ya no se definía por habilidades técnicas, rigor intelectual o incluso integridad. Los valores de producción se dispararon y las obras de arte se afinaron hacia el extremo más alto del entretenimiento y la marca de lujo. La galería de arte se convirtió en un bunker desensibilizado y aséptico desprovisto de humanidad, mantenido por becarios bien vestidos procedentes de las familias más ricas del mundo.

 

Las heridas, cicatrices, cortes y abrasiones que alguna vez definieron a las Vanguardias de principios del siglo XX, fueron cuidadosamente vendadas y encerradas en la más lujosa zona de cuarentena. El arte pasó de ser un espacio para la discusión, abyección y aversión a la complacencia de la comodidad. La arquitectura, el diseño y la función de las galerías de arte contemporáneo comenzaron cada vez más a parecerse a hospitales y clínicas, perdiendo el contacto humano. Negociar con obras de arte era mejor que imprimir dinero porque el arte no tiene un valor financiero intrínseco y, lo que es aún mejor, el precio de cualquier obra de arte simplemente se determina por cuánto alguien está dispuesto a pagar, nada más. "El arte por el arte" se transformó en "el arte por el mercado".

 

El último clavo que acabó por sellar el ataúd lo pusieron las casas de subastas, porque a diferencia de la bolsa de valores, el precio de una obra de arte vendida en subasta es determinado por solo dos personas: el postor que compra la obra y el postor subalterno que sube el precio. Los protocolos de discreción de la industria permiten que el postor y el postor subalterno trabajen para un mismo inversor, galería o incluso el propio artista. El único dinero que no se transfiere entre la persona que vende y la persona que compra es la comisión pagada al subastador. Si el comprador y el vendedor son la misma persona, o son del mismo consorcio, el coste de aumentar el valor de una obra de arte de 3.000€ a 300.000€ en una subasta es ÚNICAMENTE la comisión, pero el valor de mercado de cada otra obra de 3.000€ del mismo artista se eleva automáticamente a 300.000€ también.

 

Además de aumentar el valor de toda la producción de un artista con un alto precio en subasta, la prensa y la publicidad generadas por la venta aumentan la marca del artista, lo que a su vez conduce a aún más ventas dado que el artista es etiquetado como "buena inversión". La marca también genera derivados de merchandising y artistas como KAWS, Banksy, Murakami, Shepard Fairey, Daniel Arsham y Yayoi Kusama han creado imperios lucrativos de impresiones, juguetes, camisetas y carteles. En algunos casos, los beneficios del merchandising pueden superar al de las ventas de sus obras de arte.

 

Las leyes contra el blanqueo de dinero hacen que sea ilegal que el comprador y el vendedor estén relacionados, pero al mismo tiempo hay otras leyes y protocolos de la industria que protegen la identidad del comprador y el vendedor, por lo que nadie, excepto la casa de subastas, podría tener esta información sin una orden judicial. Cualquier dinero obtenido a través de la venta de una obra de arte vendida en subasta queda automáticamente limpio, legítimo, sin importar por cuánto se compró originalmente la obra, a quién se vendió o de dónde provino el dinero. La ley exige que el vendedor verifique la identidad del comprador, lo que equivale a preguntar a un terrorista suicida en el aeropuerto si empacó sus propias maletas porque la respuesta será la misma de cualquier caso. Dado que las obras de arte no están limitadas por ningún país o región, el mercado puede trasladarse a cualquier otra parte del mundo cuando las regulaciones se vuelven demasiado complejas en un territorio concreto.

 

Más de una generación de artistas, curadores, galerías, consultores, coleccionistas e historiadores del arte han surgido desde entonces, personas para quienes el arte se juzga únicamente por su precio, valor de producción e inversión. Al mismo tiempo que las iglesias y catedrales pierden a sus feligreses, las filas para ingresar a museos como Tate Modern, MoMa, Pompidou y Guggenheim se vuelven más largas y ruidosas. Esta nueva audiencia se educó sobre el arte en las redes sociales y a través de la prensa populista que tejía maravillosas historias sobre los estilos de vida lujosos de artistas ricos y famosos cuyas obras se vendían por millones. La gente acude en masa a los nuevos templos del arte para rendir homenaje a sus íconos millonarios, obligando efectivamente a los museos a simplificar su programa y colecciones optando por un "arte fácil", con el peso filosófico del eslogan en una camiseta. "Estas pinturas pertenecen y asumen la lógica del flujo: diseñadas para ser captadas en menos de cinco segundos. La crítica más antigua del arte moderno en el libro es decir: 'Mi hijo podría haber hecho esto'. Por lo general, esto se refiere a una obra de alta concepción y mal ejecutada. La mayoría de las malas pinturas figurativas son lo contrario: son pinturas técnicamente competentes que carecen de visiones del mundo o provocaciones. No parecen haber sido pintadas por niños; parecen haber sido concebidas por niños para complacer a otros niños".[3]

 

La relación entre el buen arte, el mal arte, el mercado y el lavado de dinero se volvió extremadamente compleja y problemática. Tanto el mal arte como el gran arte rompieron récords en subastas. Tanto el gran arte como la “crapstraction”[4] (basura abstracta) fueron utilizados como activos de primer nivel por los inversores. El mayor desafío al que los artistas no tienen más remedio que enfrentarse hoy en día es que el bosque no deja ver los árboles y todo, en todas partes, al mismo tiempo es eclipsado por el mercado. Ha habido tantas banderas falsas y tanta desinformación, manipulación del mercado y comercio de información privilegiada utilizados para vender tokens zombis como arte que el galerista, coleccionista o curador honesto se encuentra ahora como un lobo aullando en una situación en la que ya no es posible ver una gran obra de arte incluso cuando se le está mirando a la cara. En el cubo blanco nadie puede oírte gritar porque tus palabras no tienen significado.

 

El mercado de la Figuración Zombi ya está disminuyendo y siendo reemplazado por lo que se podría describir como Buenismo Zombi, en el que la verificación socio-política del género e identidad del artista proporciona una pomada para la culpa que borra instantáneamente generaciones de misoginia y racismo. Con una sola adquisición sobrevalorada, toda la masculinidad tóxica, el prejuicio patriarcal, el racismo y los estilos de vida privilegiados de los ricos y famosos se lavan con una versión concienciada de "extraña elegancia, un misterioso drama, una calma meditativa que funcionan bien en el ámbito del diseño de interiores contemporáneo de alta gama". Realmente no cambia nada en la dinámica de poder porque los problemas auténticos y políticamente urgentes que impulsan el movimiento poscolonial se tiran a la basura de la historia en bolsas de marcas "woke" recicladas.

 

 

Parte 4

 

Luego llegó ChatGPT y anunció "Tened miedo, ¡tened mucho miedo!"

 

La llegada de la inteligencia artificial generativa y los bots de aprendizaje de lenguaje como ChatGPT significan que ya no necesitamos un artista para crear una obra de arte porque cualquier smartphone puede tomar una fotografía sin cámara, pintar una imagen sin pincel y producir infinitamente obras de arte estéticamente atractivas con "una elegante extrañeza, un misterio dramático, una calma meditativa que funcionan bien en el ámbito del diseño de interiores de alta gama hipercontemporáneo".[5]

 

La ventaja que tiene la IA sobre cualquier ser humano es que recopila, analiza y procesa nuestros metadatos para drogarnos individualmente con nuestras propias necesidades, gustos, miedos y deseos. Es la droga ideal porque se conecta directamente con nuestros hábitos personales de una manera tan perfecta que muy pocas personas siquiera notan la intoxicación. Basado en tus hábitos, el algoritmo te perfila y te rastrea de la misma manera en que el FBI de Hollywood busca al psicópata por sus manias. Lo que decimos no es lo que queremos decir, porque ver ya no es creer en un mundo en el que la inteligencia artificial está al alcance de todos. La revolución no será televisada porque tu teléfono siempre está escuchando todo lo que dices, y el algoritmo se asegura de que sólo veas lo que ya has dicho. La Web3 es ahora la droga de elección y a medida que nuestra adicción crece, el teléfono inteligente se asegura de que sigamos el camino de menor resistencia, de cómodos a dóciles, y luego de tontos a aún más tontos y luego los más tontos heredarán la Tierra.

 

Ahora que las máquinas pueden convertir el algoritmo en obras de arte perfectamente adaptadas a tu gusto, superando cualquier capacidad humana, ¿cuál es el valor, significado y utilidad del arte o los artistas en la sociedad? El mercado zombi de significados vacíos queda repentinamente expuesto, y los artistas, galerías, subastas y consultores que colaboraron en producir el Nuevo Vestido del Emperador se quedan desnudos en las gradas de la pasarela. Lástima para el coleccionista ZOM-COMPRADOR que luego compra una pintura que parece haber sido diseñada por un algoritmo, cuando simplemente pueden imprimir su propio token zombi diseñado por un algoritmo en su lugar. El precio que pagamos sin darnos cuenta es el sacrificio de la curiosidad: ¿por qué buscar algo cuando cualquier cosa, todo, en cualquier lugar está disponible, predigerido a tu gusto, con solo deslizar tu pulgar, listo para ser entregado directamente en la palma de tu mano? Nuestras vidas están siendo cada vez más automatizadas, ya que nuestros feeds reflejan exactamente lo que queremos ver y lo que creemos que necesitamos escuchar, creando la falsa comodidad de que nuestra fe ciega siempre estuvo en lo correcto y que todo el mundo está de acuerdo. La guerra de los Terminators ya está en marcha, pero no estamos luchando contra robots tanto como contra nuestra propia estupidez.

 

La llegada de los bots de inteligencia artificial generativa como DALL-E 2 y ChatGPT4 es la amenaza más significativa para la naturaleza humana, la civilización y la cultura tal como las conocemos. "La democracia es una conversación, y las conversaciones se basan en el lenguaje. Cuando la IA manipula el lenguaje, podría destruir nuestra capacidad de tener conversaciones significativas, lo que a su vez destruiría la democracia".[6]

 

Todo en lo que se ha convertido el arte ahora puede ser hecho por IA y cualquiera con un teléfono inteligente puede hacerlo. El 13 de marzo de 2023, Boris Eldagsen emitió un comunicado rechazando su Premio Mundial de Fotografía de Sony porque su entrada había sido generada artificialmente por DALL-E 2, un generador de imágenes desarrollado por OpenAI, la misma compañía que creó ChatGPT. Había participado en el concurso para poner a prueba la capacidad de los jueces expertos para distinguir la diferencia, pero no lo lograron. Su declaración decía: "Gracias por seleccionar mi imagen y hacer de esto un momento histórico, ya que es la primera imagen generada por IA en ganar en un prestigioso concurso internacional de FOTOGRAFÍA. ¿Cuántos de ustedes sabían o sospechaban que era generada por IA? Algo en esto no se siente bien, ¿verdad? Las imágenes generadas por IA y la fotografía no deberían competir entre sí en un premio como este. Son entidades diferentes. La IA no es fotografía. Por lo tanto, no aceptaré el premio".[7]

 

Las máquinas no pueden sentir emociones ni ser poseídas por el espíritu, por lo que el arte que crean nunca será más que decoración y entretenimiento. En contraste, "El verdadero artista ayuda al mundo revelando verdades místicas"[8] "a través de una desorganización larga, ilimitada y sistematizada de todos los sentidos. Todas las formas de amor, de sufrimiento, de locura; él se busca a sí mismo, agota dentro de sí todos los venenos y preserva sus esencias más puras".[9]

 

Es demasiado fácil culpar a los intermediarios y los artistas solo pueden culparse a sí mismos por predicar a los convertidos y complacer a los intermediarios de la galería. Se ha vuelto demasiado fácil ser artista y demasiados han perdido de vista su oficio al no vivir entre las grietas sociales de todas las clases y encarnar las libertades prohibidas a cualquier otra profesión. La historia del arte es la afilada cuchilla de la guillotina al final del péndulo de Edgar Allan Poe, que oscila desde las estéticas superficiales del Rococó hasta el realismo brutal de artistas como Courbet debido a la violenta política de la Revolución Francesa, y la cuchilla está a punto de oscilar en una dirección opuesta.

 

Hoy en día, el verdadero artista sabe que ya no puede dar por sentado su papel en la sociedad y con gran urgencia está obligado a redefinir tanto su función socio-política como el papel de su obra en la sociedad. Ahora le corresponde al verdadero artista reclamar su antiguo oficio de los intermediarios de las máquinas y, en lugar de reclutar la obra de arte al servicio del intercambio financiero, ahora se le pide que lidere la revolución que recupera la humanidad al restaurar la esperanza.

 

Dado que la definición de lo que nos hace humanos es la capacidad de crear obras de arte utilizando nuestros pulgares oponibles y la habilidad biológica de dar forma a la respiración en palabras, es lógico afirmar que el arte es el vínculo entre la civilización y la naturaleza. En cambio, hemos abusado de esa capacidad para separar la naturaleza humana del resto de la naturaleza y destruir los ecosistemas y la biodiversidad de los que depende nuestra existencia. Pero es precisamente ese mismo vínculo con la naturaleza el que el arte encarna y que el algoritmo nunca podrá replicar. El verdadero valor de una obra de arte radica en ser una inversión a largo plazo arraigada en una corriente simbólica que no puede ser traducida en un valor fiscal sin sufrir una pérdida. Este valor simbólico del arte podría compararse mejor con el valor de un árbol vivo en una época de crisis climática. El árbol vivo nos sustenta con oxígeno y con una compensación de carbono positiva que no se puede reducir al precio fiscal de la madera.

 

En una era de posverdad en la que el lenguaje ha sido separado del significado, las únicas verdades en las que podemos confiar son nuestras jaulas de carne y hueso. Nuestros cuerpos no son máquinas, nuestras vidas no son datos y nuestros miedos no deberían ser capital. Si nada más, la pandemia nos recordó que estamos conectados con cada otro ser humano, animal y planta en el planeta a través del aire que inhalamos y exhalamos. Nuestros cuerpos no pueden mentir simplemente porque nos negamos a tomar el tiempo, dar el espacio, escuchar lo que somos. Es la razón por la cual las activistas de Femen protestan sin camisa, sabiendo que sus pezones están prohibidos en Facebook e Instagram. Es la razón por la cual los activistas de Just Stop Oil pegan su piel a obras de arte para protestar contra el cambio climático y por qué Black Lives Matter!

 

"Si comenzamos de inmediato a romper los vínculos que nos unen a la naturaleza y nos dedicamos puramente a la combinación de puro color y forma abstracta, produciremos obras que son meras decoraciones, adecuadas para corbatas o alfombras. La belleza de la forma y el color no es un objetivo suficiente por sí misma, a pesar de las afirmaciones de los estetas puros o incluso de los naturalistas obsesionados con la idea de "belleza".[10] La industria del arte nunca debe confundirse con la obra de arte, al igual que la iglesia no debe confundirse con la fe espiritual. Construimos el pueblo alrededor de la iglesia y la iglesia alrededor del altar, y el altar sostiene el ícono o la efigie que encarna la fe: el arte es la fe sin la cual no habría pueblo.

 

La capacidad de hablar es biológica, el derecho a hablar es político y tener algo que decir es cultural, ¡pero se necesita más que un toque de Jodidamente Fabuloso para ser un artista! El arte de hoy es un triste y patético testigo de una triste y patética era de la humanidad en guerra consigo misma, en la cual la cultura ha sido reducida a purpurina y relegada al suelo del casino. El arte de hoy será recordado como el comienzo de una nueva Edad Oscura o, con optimismo, el fin de una era neo-rococó de manierismo.

 

El verdadero poder del arte radica en que puede existir más allá de los límites del lenguaje. Solo dentro de este mundo de excepción, el lenguaje puede ser a la vez opaco y transparente, donde la contradicción es la lectura correcta y única. Considera, por ejemplo, las palabras "Sin título" que no se refiere a nada, no significa nada, carece de significado y, sin embargo, describe todo lo que se supone que el arte debe ser: Nada, pero infinitamente más que Todo, en Todas Partes, al Mismo Tiempo. El espíritu del verdadero artista se manifiesta como los hongos psilocibios después de una tormenta. El hongo en sí mismo es solo el fruto de una vasta red subterránea de micelio que transforma la materia orgánica en descomposición en un fruto psicoactivo que induce visiones psicoactivas más poderosas que la lógica del lenguaje. Creo que estas visiones son, en realidad, nuestro ADN socio-político-erótico-místico, y es tarea del artista canalizarlas en forma y expresión. El verdadero artista se encuentra hoy en una encrucijada, con el mercado zombi detrás de ellos y una elección muy difícil por delante. El artista debe elegir ahora entre una aceleración cómoda hacia el genocidio cultural por un lado, o bien abrazar el desafiante y sin precedentes reto de transformar la carne estancada del zombi neoliberal en expresiones visionarias de lo que significa ser humano en un Nuevo Mundo Valiente de terror social y desesperanza digital.


¡El arte cambia el mundo, una percepción a la vez!

 

 

  1. https://www.artspace.com/magazine/contributors/see_here/the_rise_of_zombie_formalism-52184
  2. https://www.artspace.com/magazine/interviews_features/how_i_collect/stefan_simchowitz_interview-52164
  3. Dean Kissick The rise of bad figurative painting, The Spectator, 30 January 2021, https://www.spectator.co.uk/article/the-rise-of-bad-figurative-painting/
  4. https://www.vulture.com/2014/06/why-new-abstract-paintings-look-the-same.html
  5. https://www.artspace.com/magazine/contributors/see_here/the_rise_of_zombie_formalism-52184
  6. Yuval Noah Harari, https://www.economist.com/by-invitation/2023/04/28/yuval-noah-harari-argues-that-ai-has-hacked-the-operating-system-of-human-civilisation
  7. https://www.eldagsen.com/sony-world-photography-awards-2023/
  8. Bruce Nauman, 1967
  9. Arthur Rimbaud, Letter written to Paul Demeny 15 May 1871
  10. Wassily Kandinsky, “Concerning The Spiritual In Art” (1911)