Han pasado 23 años desde que empecé a obsesionarme; no fue el mero despertar de un interés sino una colonización de mirada y pensamiento de la que no he conseguido emanciparme. Certezas pocas, pero juraría que la incapacidad de exiliarme de ese influjo se pueda achacar a una imposibilidad de dar con la razón definitiva que justifique pertinencias y necesidades. Y pensándolo bien, por qué buscar una razón última; por qué aferrarse a certezas reduccionistas.
Muchas lecturas han acompañado la obsesión, aunque aquí solo voy a referirme a dos. La primera me regaló una imagen que me sigue pareciendo liberadora y que robé en 2005 al Gerard Vilar de Las Razones del Arte: entendí que podríamos visualizar las razones del arte contemporáneo ramificadas en un delta; tanto la agregación de material sedimentario como las afluencias acaban en el mismo mar y constituyen un ecosistema autorregulado. Cada una de las razones del arte estaría así navegando en diferentes intensidades y caudales, pero compartiendo campo de poder discursivo. Esta imagen me deja espacio y tiempo para pensar en complementariedades más que en exclusiones y, sobre todo, anula pretensiones de pertinencia absoluta. A mí me interesa el arte, todas sus manifestaciones y, a pesar de haber configurado un programa direccionado en la galería que fundé y co-dirijo junto a su equipo, considero que si tras tantos años, producciones, exposiciones, presentaciones, textos, ferias, viajes, ventas, encuentros y desencuentros, hubiese descartado propuestas divergentes a mi principal área de afecto, habría perdido interés y el hechizo me habría abandonado.
La segunda reflexión, que acabo de robar a finales de 2020 y que hago mía, proviene de Baptiste Morizot y Estelle Zhong Mengual, quienes en Esthétique de la Rencontre intentan, y creo que consiguen, diagnosticar una de las principales corrientes actuales dentro del delta: la de las prácticas inexpresivas; lo que los autores identifican como la “t.a.c.”, la tentación del arte contemporáneo hacia la indisponibilidad. Se trataría de una reacción contra el paradigma de consumo cultural que exige digestión irreflexiva y continua sin proceso de sedimentación. Entiendo la estrategia indisponible, aunque no podemos negar que esa gramática indiscernible tiene un coste de oportunidad que creo no nos podemos permitir: barre sin remilgos la potencialidad transformadora del arte y su incidencia en los confines de lo social y lo político. Allá donde miremos veremos a no pocas manos levantándose para caricaturizar las supuestas potencialidades políticas y de configuración social del arte.
Me pregunto si tal vez no estén solicitando demasiado de las prácticas artísticas cuando son sólo una pieza más del complejo rompecabezas humano. Tampoco quiero contentarme al pensar que ya me valdría con la innegable generación de ruido de fondo y la inoculación ascendente de ideas y energía igualitaria hacia las partes de estratificación social para las que ya está todo bien y pueden seguir indispuestas hacia las clamorosas demandas de igualdad en nuestros contextos de censura moderada; ni con la ineludible resistencia combativa de las prácticas politizadas en contextos de vergonzante represión institucional; o la complicidad con colectivos reivindicativos de respeto e inclusión. Y es aquí donde, egoístamente, me interesa ver qué se tercia en “Small Data”. Tengo muchas ganas de ir recibiendo textos breves e ideas esbozadas de personas por las que siento interés o admiración; y no tanto porque busque claridad sobre esencialismos sino sobre potencialidades y carencias, para discernir si, a medio plazo, pueden ayudarme a hacer un ejercicio de análisis estratégico que merite una eventual publicitación: fortalezas y debilidades desde dentro y amenazas y oportunidades desde fuera de las prácticas, producciones y contenidos que, repito, no de forma excluyente, me han interesado editar a través del programa expositivo y las actividades públicas en ADN.
Concluyo con una afirmación que me ha generado más rechazo que afiliación pues no reconforta a ninguna de las facciones que sólo quieren navegar su particular deriva por el delta: soy incapaz de disociar emoción, contenido y significación; la indisponibilidad me parece ególatra, la mera estetización insustancial y la denuncia aséptica inoperativa y desmotivadora. Vamos a ver si conseguimos vislumbrar qué pasa en los intersticios.
Small Data: Prueba/Error
Miguel Ángel Sánchez
Enero 4, 2021