Opus magnum

Francesco Giaveri
Noviembre 24, 2021
DEMOCRACIA, "Order III: Dinner at the Dorchester" (detail), 2018.
DEMOCRACIA, "Order III: Dinner at the Dorchester" (detail), 2018.

"Quiero dominarlo todo y poseerlo todo"
Goethe - Fausto

En su discurso de 1966, dedicado al sugestivo tema Culture and Corporation's Support of the Arts, David Rockefeller profesa creer en los beneficios concretos que el arte proporciona a las empresas: "Desde un punto de vista económico, este compromiso con las artes puede significar beneficios directos y tangibles. Para una compañía, dicho compromiso puede suponer amplio prestigio y publicidad, una brillan-te reputación pública y una mejora de su imagen corporativa." Entre las numerosas obras maestras que el eminente banquero va coleccionando para sucesivamente donar a importantes instituciones, cumpliendo así su papel como destacado patrono del MoMA, hay un retrato de Félix Fénéon.
En el retrato pintado en 1890 por su amigo Paul Signac, vemos a Fénéon ofreciendo una flor blanca sobre un fondo de colores explosivos; gesto de generosidad elegante por la que es bien conocido y símbolo de aquel apoyo mutuo que impulsa sus pasos y ejerce a lo largo de su vida sin descanso. Hay algo mágico en la figura del funcionario del Ministerio de la guerra, crítico, teórico, editor, coleccionista y activista anarquista. Encarcelado en 1894, es milagrosamente absuelto durante el Procès des Trente, en el que se defiende con brillantez e ironía. Sale airoso de prisión para dirigir La Revue Blanche y, sucesivamente, la galería Bernheim-Jeune. Al margen de la excelencia de la pintura de Signac, cabe suponer que Rockefeller viera en la cándida ofrenda de Fénéon, un gesto con el que identificarse debido quizá a su notorio esfuerzo filantrópico. Si supiera o no que las fuerzas del estado sospechaban que Fénéon hubiese dejado, que no ofrecido, una maceta con flores y explosivo en el restaurante del Hotel Foyot minutos antes de una detonación, sólo podemos especularlo.
Sea como fuere, el magnate americano es entusiasta del coleccionismo como herramienta valida para los negocios: "Puede establecer mejores relaciones comerciales, una mayor aceptación de los productos de la empresa y una mejor evaluación de su calidad. La promoción de las artes puede mejorar la moralidad de los emplea-dos y ayudar a atraer a empleados cualificados." Más escueto pero igual de sugestivo, Robert Kingsley, otro alto ejecutivo norteamericano, apunta: "El respaldo de Exxon a las artes sirve a las artes de lubricante social." Viniendo de la célebre petrolera, hay que reconocer, que esta imagen resulta extremadamente eficaz.
Sin embargo, algunas veces la práctica artística pretende cuestionar justamente la mano que, tan generosamente, le da de comer. Puede haber proyectos que incomodan, como On Social Grease de Hans Haacke, donde encontramos, entre otras, las declaraciones de Rockefeller y Kingsley arriba citadas. O bien, ORDER. Act III. Dinner at The Dorchester, última parte del tríptico del Colectivo DEMOCRACIA. Su vídeo propone una ópera, en la que su protagonista, una camarera que descubrimos prodigiosa performer, arroja verdades como puños; su bel canto va dirigido, en primer lugar, a los convidados de la élite económica (no se trata de actores sino comensales que representan lo que en realidad son) y luego a nosotros, el público, testigo y cómplice de la injusticia social que cotidianamente nos rodea.
Es probable que entre los exclusivos invitados de la cena en el Dorchester, estuvieran varios patronos de las artes, empeñados en seguir los pasos de Rockefeller y EXXON. Andrea Fraser, en su conocida investigación L'1%, c'est moi, se detiene justamente en esta relación ambigua que la artista analiza no sólo desde el punto de vista de los beneficios corporativos, sino poniendo el foco en la desigualdad de la renta subyacente (con notable atención a los efectos de la economía financiera). Según William N. Goetzmann, Luc Renneboog y Christophe Spaenjers en un artículo publicado en la revista Yale School of Management Working Paper en 2010: "un incremento del 1% en la porción de renta total ganada por el 0,1% más elevado de la población desencadena un incremento de los precios del arte de alrededor del 14% […] Realmente es el dinero de los ricos el que empuja al alza los precios del arte. Esto significa que podemos esperar fuertes subidas del arte cada vez que la desigualdad de ingresos aumente rápidamente".
Y es que, en lo que se refiere al arte y al dinero, siempre se trata de magia. O como mínimo de imaginación y, en algunas circunstancias, hasta de una alucinación compartida. Ya lo había intuido Marcel Duchamp en su Cheque Tzanck de 1919. El artista francés realiza manualmente un facsímil muy cuidado de un cheque corriente para pagar la cuenta de su dentista y apasionado coleccionista, Daniel Tzanck. Pasado un tiempo, Duchamp compra de vuelta su cheque pero esta vez por una suma superior al importe de 115$ garantizado por la The Teeth's Loan & Trust Company Consolidated of New York.
Hans Christoph Binswanger en Money and Magic (A Critique of the Modern Economy in Light of Goethe's Faust), de manera similar a lo que el artista francés articula sobre el concepto de valor del papel en su 'ready made imitado y rectificado', observa: "Este acto de creación por parte de la economía ejerce una gran fascinación, la fascinación de lo infinita-mente aumentable, esto es, del eterno progreso. Así pues, la economía alcanza la naturaleza transcendental (i.e., sobrepasando todos los límites) que antiguamente se buscaba en la religión. No es una creencia en un más allá, pero la actividad económica en el aquí y ahora inaugura la perspectiva del hombre moderno de la eternidad." En su estudio sobre el Fausto, despliega abundantes argumentos que van de la ecología, la economía clásica hasta la alquimia, para cuestionar la teoría del crecimiento infinito (que en realidad funciona, hoy en día, como una fe ciega y extremista) propugnada por el capitalismo, pese a que sus anhelos se apoyan en unos recursos energéticos cada vez más escasos.
Según Binswanger, Goethe hallaba en el papel moneda, "la continuidad de la alquimia mediante otros medios." De lo que no cabe duda es que tanto el arte como la economía tienen sendas dificultades con el sentido del límite, ambos se esfuerzan al máximo, y con mucha magia, en su opus magnum para conseguir algo, con toda evidencia, efímero.