Marcos Ávila-Forero France / Colombia, 1983
Cayuco, 2014
Video HD
Edition of 5 plus 2 artist's proofs
Thousands of Sub-Saharan migrants are trapped in Morocco —mandatory end of the line, contention dam for Europe. They dwell in the hills surrounding the border with Melilla, waiting for their...
Thousands of Sub-Saharan migrants are trapped in Morocco —mandatory end of the line, contention dam for Europe. They dwell in the hills surrounding the border with Melilla, waiting for their trip, dealt by sea, to come through. At Mount Gurugú, they live out in the open in makeshift settlements, made out of plastic sheets, branches and rope, waiting to cross over the border. These communities have been stigmatized and marginalized, subject to rejection and institutionalized violence. The first stage of the project began with a cartography exercise, assembled from the accounts of several clandestine migrants —together with the assistance of three organizations who support them— in order to reconstruct the path that they must follow through the eastern Moroccan desert. On the second stage, a plaster-cast reproduction of a cayuco (small fishing vessel used frequently by clandestine migrants) was carried through the desert in the span of several days, reproducing the route previously mapped with the organizations. The path starts from the —closed— border with Algeria, near Oujda, to the Spanish enclave of Melilla. By virtue of being dragged directly on the ground, the sculpture wears itself little by little under the weight of its own march, tracing at the same time, as a reminder, the white trail of its path. Thus the cayuco becomes a cartographic tracing tool, projecting a life-sized, ephemeral cartography of its path towards Mount Gurugú. The journey ends with the encounters of those people who the precariousness of their exodus has dragged to this mountain, set on the edge of the Melilla border, where many of them have been hiding for several years already, waiting for the moment when they’ll be able to cross to the other side.
Miles de migrantes del África Subsahariana se encuentran atrapados en Marruecos —fin de trayecto obligado, dique de contención para Europa. Se albergan acantonados en los montes que rodean la frontera con Melilla, a la espera de que se les organice el viaje, traficado por mar. En el monte Gurugú, viven a la intemperie, en campamentos improvisados con plásticos, ramas y cuerdas, a la espera de poder cruzar. Esta población ha sido estigmatizada y marginalizada, objeto del rechazo y la violencia institucional. La primera fase de este proyecto arranca con un trabajo de cartografía, realizado a partir de los testimonios de varios migrantes clandestinos —más la consultación de varias organizaciones que les apoyan— con el fin de reconstruir el trayecto que estos deben tomar a través del desierto oriental marroquí.En la segunda fase, una reproducción moldeada en yeso de un ‘cayuco’ (pequeña embarcación de pesca frecuentemente utilizada por los migrantes) fue desplazada durante varios días a través del desierto, para reproducir la ruta cartografiada anteriormente con las organizaciones. El trayecto parte de la frontera (cerrada) con Argelia, cerca de Oujda, hasta el enclave español de Melilla.Siendo arrastrada directamente por el suelo, la escultura se desgasta poco a poco por el peso de su propio avance, dibujando al mismo tiempo —a modo de reminiscencia, la estela blanca de su recorrido. De esta manera el cayuco se convierte en una herramienta de trazado cartográfico, que va proyectando, a escala real, una efímera cartografía de su trayecto hasta la montaña de Gurugú. El viaje concluye con el encuentro de aquellas personas que la precariedad del éxodo arrastró hasta esta montaña, situada al borde de la frontera con Melilla, donde muchos de ellos se esconden desde hace ya varios años, esperando aquel momento en que podrán pasar al otro lado.
Miles de migrantes del África Subsahariana se encuentran atrapados en Marruecos —fin de trayecto obligado, dique de contención para Europa. Se albergan acantonados en los montes que rodean la frontera con Melilla, a la espera de que se les organice el viaje, traficado por mar. En el monte Gurugú, viven a la intemperie, en campamentos improvisados con plásticos, ramas y cuerdas, a la espera de poder cruzar. Esta población ha sido estigmatizada y marginalizada, objeto del rechazo y la violencia institucional. La primera fase de este proyecto arranca con un trabajo de cartografía, realizado a partir de los testimonios de varios migrantes clandestinos —más la consultación de varias organizaciones que les apoyan— con el fin de reconstruir el trayecto que estos deben tomar a través del desierto oriental marroquí.En la segunda fase, una reproducción moldeada en yeso de un ‘cayuco’ (pequeña embarcación de pesca frecuentemente utilizada por los migrantes) fue desplazada durante varios días a través del desierto, para reproducir la ruta cartografiada anteriormente con las organizaciones. El trayecto parte de la frontera (cerrada) con Argelia, cerca de Oujda, hasta el enclave español de Melilla.Siendo arrastrada directamente por el suelo, la escultura se desgasta poco a poco por el peso de su propio avance, dibujando al mismo tiempo —a modo de reminiscencia, la estela blanca de su recorrido. De esta manera el cayuco se convierte en una herramienta de trazado cartográfico, que va proyectando, a escala real, una efímera cartografía de su trayecto hasta la montaña de Gurugú. El viaje concluye con el encuentro de aquellas personas que la precariedad del éxodo arrastró hasta esta montaña, situada al borde de la frontera con Melilla, donde muchos de ellos se esconden desde hace ya varios años, esperando aquel momento en que podrán pasar al otro lado.
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