Se ofreció como esposa al cubano que le escribiera “la carta de amor más bonita del mundo”, dejó la decisión en manos de un jurado de jineteras y se casó con el elegido, que obtuvo los papeles para salir del país. Así nació Ayuda Humanitaria(2008-2013), proyecto con el que Núria Güell usaba el amor para burlar la burocracia cubana y española. Fue el primero de muchos otros en los que la artista desenmascara e interviene en procesos administrativos, aprovechando las fisuras del sistema y la relativa permisividad de los canales artísticos. Creó una sociedad en un paraíso fiscal con la ayuda de los asesores de Urdangarin ( Arte político degenerado ), quiso renunciar a la nacionalidad ( Apátrida por voluntad propia) y se dio de alta en autónomos como monja para pagar menos a Hacienda y cobrar el paro ( La banalidad del bien) . Y en 1927, cuando la invitaron a una exposición sobre la burocracia, logró que el dinero de producción se destinara a las cuotas de la Seguridad Social que le permitieran la baja por maternidad.
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