Con una factura final visualmente potente y directa, Marc Quintana (Tarragona, 1975) presenta en ADN su última serie Ad Hóminem, compuesta por una decena de esmaltes sobre tabla y una instalación que entronca directamente con la serie.Esta instalación supone un paso más en la carrera del artista, ya que debuta con una pieza ambiental.
Continuando su planteamiento dicotómico, predominante a lo largo de toda su trayectoria, la dialéctica entre la imagen abstracta y la imagen infográfica lograda gracias a la fragmentación del cuadro en dos sugiere una confrontación.En un lado una composición monocromática y matérica y en el otro, imágenes realizadas en acrílico de corte pop sobre planos cinematográficos de rostros semicubiertos por mascarillas protectoras.
El marcado carácter industrial de las obras propone un contraste pero también un diálogo. Los rostros interactúan con los colores mediante la mirada o con su mera presencia pero sorprendentemente tienen anulado, voluntariamente o no, el sentido olfativo que limita la percepción total de lo representado al lado.Enmarcado en un contexto actual lleno de contradicciones, las obras evocan la imaginación del espectador.
Formado en el campo de la pintura y grabado, Quintana emplea el soporte pictórico para representar a una generación, la suya, en la cual la metrópolis y desarrollo tecnológico marcan el ritmo de la sociedad. Si en su antigua serie Ikons, Marc jugaba con objetos y cuestiones aparentemente insignificantes, con Ad Hóminem muestra un claro interés por la interrelación entre el individuo y su entorno.
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